jueves, 3 de abril de 2014
UN GRAN CENTRO MUY MIOPE
Con alguna frecuencia tengo que visitar un gran centro comercial. Paseando por allí me sorprendo a cada paso de lo bien dotadas que están sus instalaciones: tres plantas de aparcamientos gratuítos, dos largas galerías comerciales, bares, restaurantes, multicines y, por supuesto, dos enormes plantas más para la venta de sus propios productos.
Variedad, luminosidad y amplitud son, por lo menos, tres cualidades que se observan por doquier. Hasta juegos de columpios y partidos de baloncesto se celebran en el gran centro.
En contraste con este derroche de espacio, se produce una tacañería imperdonable en otros aspectos, pues no existe prácticamente asiento alguno para que los clientes puedan probarse un zapato. Pero todavía me parece más lamentable lo que voy a referir:
En el amplio espacio existente entre la primera planta del aparcamiento y la escalera mecánica de subida, han ubicado, en algo así como un metro cuadrado, un carrito de palomitas de maíz. La chica que atiende su elaboración y venta no tiene silla, ni taburete ni respaldo alguno. Toda su jornada se la pasa en pié, casi emparedada entre su carrito y el muro, pues el espacio es mínimo.
La chica de las palomitas no siempre es la misma. Menos mal. A veces es una jovencita que puede aguantar en pié y embutida, pero yo he llegado a ver a una que estaba embarazada y que, con verdadero esfuerzo, por no decir sacrificio, atendía amablemente a los clientes.
Un día observé que, junto a su carrito, alguien de mantenimiento había dejado sobre el suelo, volcada y de costado, una escalera de pintar y la chica de las palomitas, embarazada, se apoyaba tímidamente en ella y la utilizaba como asiento furtivo en los pocos momentos que su trabajo se lo permitía.
Y me pregunto. ¿Es posible que en ese gran centro ningún encargado, ningún jefe haya caído en la cuenta de que una chica embarazada no debe pasarse toda la jornada laboral de pié sobre una baldosa, casi sin poder moverse y sin disponer siquiera de un taburete para dar un minuto de descanso a sus agotados pies? ¿Es posible que ninguna compañera o representante sindical haya advertido que una trabajadora embarazada debe tener algo más que el costado de una escalera para descansar brevemente por su estado de gestación? ¿Se puede permitir en estos tiempos que en un gran centro comercial, en donde todo son espacios amplios y galerías interminables, sea algo menos que una baldosa el sitio asignado a un puesto de trabajo de una empleada que debe elaborar el producto y venderlo sobre la marcha al público, todo bien y a buen ritmo?
Supongo que la jefatura del centro acertará en muchas cosas, pero en esto muestra un descuido total y debería esforzarse mirando algo más por quienes trabajan en esas condiciones. Si esos jefes dicen que miran y no lo ven es que padecen miopía comercial. Y humanamente, lamentable ceguera.
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Gracias en nombre de las modestas vendedoras de palomitas y otros muchos artículos que se obligan a vender de pie, mientras jefecillos y jefazos se sientan en mullidas butacas ergonómicas y regulables.
ResponderEliminarAmigo Alfonso: Es lo mejor que has podido escribir en mucho tiempo, es la agudeza intelectual que deberían tener muchas personas, máxime si son responsables de una empresa de servicios al publico en general. Esta observación que tu describes por escrito en tu blog deberías hacerla en forma de denuncia ante la empresa, sus representantes sindicales y en todo caso mediante una llamada al teléfono de maltrato de la mujer.
ResponderEliminarEs egoísmo puro por parte de la empresa, es desidia o cobardía por parte de los sindicatos concernidos que pierden el culo detrás de una pancarta por fines políticos y son incapaces de estar a la altura de los tiempos en derechos humanos.
Mi mas apreciada enhorabuena por este articulo,amigo Alfonso.
Lo lamentable es que si denuncias el caso, a lo peor son capaces de despedir a la chica pensando que es ella la instigadora de la denuncia. Por desgracia, no les queda otra que aguantar hasta que alguien la saque de ese pozo sin agua.
EliminarGracias y un abrazo
A la vista de lo que muy bien refieres, ese gran centro es miope. Y me temo que con el acongojamiento general que esta estirpe de proveedores están insuflando a los ciudadanos, no es con mucho la excepción que confirme la regla.
ResponderEliminarPor nuestra parte, pasividad, dejarlo todo como está y a seguir votando a los mismos en la próximas elecciones.
Lo de la pasividad parece que forma ya parte de nuestra manera de ser. Efectivamente, esa mujer que tú ves, está embarazada hasta el límite, pero aguantando mientras el cuerpo aguante. Hasta el más difícil todavía. Al parecer, no le queda otra…
Lo de los votos, esto ya forma parte de un “delirium tremens” también congénito en nuestra especie hispánica. Una especie de orgía inacaba. No tenemos arreglo. Y cada día, por eso, vemos y escuchamos estas historias para no dormir que nos relatas. Con el asentimiento y complicidad de todos…
Gracias, Alfonso, por tu aldabonazo. Me ha emocionado tu escrito. Que lo considero muy necesario para despertar, de una vez, de este “nirvana” feliz que nos embriaga y ante el que no queremos reaccionar.
El "aldabonazo" es casi lo único que se puede hacer, hoy por hoy, a ver si entre todos despertamos.
EliminarGracias por tu comentario que me resulta muy valioso y alentador
Esto es un articulo en condiciones y digno de leerse para sacar provecho pensando un poco sobre lo escrito, que es verdad de principio a fin.
ResponderEliminarSeñor Alfonso: Sigo su blog desde cataluña y este artículo me ha gustado especialmente. Bravo y valiente, siga escribiendo así.
ResponderEliminarAdmirado y cultísimo Alfonso: He leido tu artículo en el que comentas la injusticia que se comete con la chica de las palomitas, sobre todo el suplicio de la señora embarazada. Este caso casi nos transporta a los tiempos de la esclavitud., cuando los amos podían disponer libremente de los vencidos en batallas y ponerlos a su servicio como mano de obra gratis.
ResponderEliminarAquello era totalmente reprobable como también lo es el caso que tú tan sabiamente relatas.Un abrazo