lunes, 25 de mayo de 2020

EL SARGENTO Y LA SEDICIÓN

  Algo me sonaba la palabra sedición muchos años antes de que se pusiera de moda con el actual conflicto catalán.  La había leido en alguna ocasión sin interesarme por su significado, pero cuando supe algo por primera vez de ese vocablo fue por boca del sargento G,  un militar que conocí durante la mili, aquel servicio obligado en el que se aprendían pocas cosas buenas. Lo mejor que hizo Aznar durante su gobierno fue quitar la mili obligatoria.

   El sargento G. era  hipernervioso. Trabajaba algo más que otros colegas superiores que llegaban uniformados y, tras unos breves trámites, pasaban dos horas en la oficina y muchos ratos en el bar-cantina tomando café y cerveza a un precio irrisorio. El sargento G andaba casi siempre mosqueado, quizás debido a que, según algunos, padecía un complejo porque su mujer que era maestra --entonces no se decía funcionaria--  tenía su plaza en una ciudad lejos del domicilio conyugal y solo podían convivir maritalmente en los períodos de vacaciones escolares.

  Cuando al sargento G le tocaba el turno de pasar lista por la noche en la unidad de destinos, ya entraba mosqueado. Al detectar su presencia, el soldado de puerta anunciaba en voz alta:


   - ¡¡ Unidad, el sargento de semana!!  Y a continuación el cabo gritaba: ¡¡fuera gorras!!


 Todos entonces formábamos en dos filas para el pase de lista y, en esos momentos, algún soldado cachondo sigilosamente daba un chasquido con los dedos de su mano. Ese ruido rápidamente lo asociaba el sargento G como una burla contra él, se cabreaba y se dirigía hacia la zona de donde parecía provenir el chasquido. Entonces, algún otro guasón chasqueaba sus dedos por la punta contraria y el sargento G acudía como un miura hacia esa otra parte. Varios más secundaban la chanza y en pocos segundos aquello se convertía en un concierto de sonidos anónimos. Igual se repitió otro días más y, para cortarlo en seco. el sargento G decidió airear y esgrimir una palabra que casi nadie conocía: ¡¡sedición!!.


  La siguiente noche el sargento G apareció con el código penal militar en sus manos y con enérgica gravedad nos leyó algo así:


  Cometen delito de sedición militar quienes se ponen enfrente de las normas o de su superior, desobedeciéndole, incumpliendo colectivamente deberes profesionales, atacando al superior o planteando reclamaciones en tumulto o con las armas en la mano. 

 El sargento G nos mantuvo firmes más de dos horas y acabó con las ganas de más conciertos. Estaba claro que allí nadie atacó al superior, ni se reclamó nada ni se produjo un tumulto con armas. Allí lo que hubo fue que unos pocos zumbones quisieron encabritar a un sargento lleno de complejos.


  Han pasado muchos años de aquel lance cuartelero y no sé calcular qué castigo habría recaído sobre los soldados de la unidad si el sargento G  se hubiera empeñado en convertir unos segundos de malintencionado cachondeo en un delito de sedición militar. Quede claro que no pretendo comparar la sedición militar que enarbolaba el sargento G con la sedición que la justicia española ahora intenta aplicar al conflicto catalán. No es lo mismo, sino muy distinto. Ya se verá.




6 comentarios:

  1. Verónica Barcina Téllez25 de mayo de 2020, 13:28

    La arbitrariedad es moneda común en el ejercicio del poder.

    El peligro de la arbitrariedad no radica en la persona que la practica, sino en el cúmulo de instituciones que, por uno u otro motivo, arropan y legitiman a quienes la practican, ya que, de ese modo, la arbitrariedad se constituye en una aberración estructural, sistemática, amparada en aquello tan castizo del sostenella y no enmendalla.

    Respecto a la resolución del conflicto catalán, es evidente que una ideología compartida por varios partidos emplea el término sedición de forma arbitraria, populista, limando a conveniencia su justo significado.

    El verdadero problema es cuando las altas instancias judiciales se prestan a desvirtuar el delito a conveniencia de los arbitrarios y firman una sentencia que no se atiene al sentido estricto de la Jusicia, sino a sostener y no enmendar una arbitrariedad. Aún a sabiendas de que la referida sentencia no es justa.

    Salud

    ResponderEliminar
  2. Ya lo dijo Fdez.Díaz; "Eso la fiscalia te lo afina". Saben hacerlo y lo hacen muchas altas instancias.
    Salud.

    ResponderEliminar
  3. Siempre resulta sano utilizar una buena dosis de humor, en cualquier momento o situación de la vida, ya sea para superar una adversidad o para aprender, sacando una conclusión positiva si fuera el caso, y al mismo tiempo evitar en lo posible el menoscabo de las personas, instituciones etc.
    Tienes razón, cuando hicimos la mili, las circunstancias de todos, militares profesionales y soldados de remplazo eran distintas, las de aquel tiempo; y una cuestión estaba clara: para los que tenían trabajo o estaban estudiando una carrera, suponía una pérdida de tiempo y dinero; pero también es cierto que muchos soldados culminaron su servicio militar, diplomados en los más variados oficios, (mecánicos, electricistas, fontaneros, linotipistas, conductores de camión y autobuses, etc.) obtenidos con los cursos de Formación Profesional que se impartían, otros consiguieron el título de Graduado Escolar, y muchos, los carnets de conducir todo tipo de vehículos.
    Otros aspectos que recuerdo como positivos durante mi servicio militar, era la posibilidad no asequible en aquellos tiempos para todos, de viajar y conocer otras ciudades de España, y disfrutar la oportunidad de conocer y convivir con compañeros vascos, gallegos, valencianos, catalanes etc., sin ningún problema, llegando a fraguar amistades de las que me permito todavía, 50 años después, recordar sus nombres y apellidos.
    Después, los tiempos cambiaron, Aznar suprimió el servicio militar obligatorio, y el Ejército se adaptó a los tiempos actuales, y hoy veo a aquel sargento que os leyó el artículo sobre la Sedición, montando hospitales de campaña, ayudando a los ciudadanos en todo tipo de emergencias, fuego, inundaciones, terremotos, pandemias, etc. El ejército ha evolucionado apropiadamente, y en lugar se suponer una amenaza, representa un soporte de auxilio para el ciudadano, especialmente la llamada UME, casualmente un acierto de Zapatero, su creador.
    Y respecto a la sedición, arma legal que el sargento esgrimía contra los soldados bromistas que le tomaban el pelo, efectivamente, no tiene nada que ver, ni dicha figura legal tiene la misma tipificación (redacción) que la aplicada en el caso de Cataluña. En cualquier caso, el poder de cualquier color, va a continuar con su tendencia a la arbitrariedad, alentado por sus respectivos partidarios, mientras tengan la convicción de que fomentando la confrontación y discordia entre los ciudadanos, fidelizaran a sus votantes. Lo que nos conduce a un círculo vicioso sin salida.
    La única solución sería configurar un sistema, o reformar el existente, con auténtica división de poderes, donde el Poder Judicial sea realmente independiente y pueda aplicar las leyes democráticas emanadas del Poder Legislativo (Congreso y Senado), de forma que ambos juntos, puedan actuar de contrapeso y control del Ejecutivo.
    Somos los ciudadanos los que tenemos que comprender esto y exigírselo a los partidos que votamos. Tenemos que valorar nuestro voto y exigir el cumplimiento de las promesas electorales. Los políticos no merecen nuestro voto incondicional ni por motivos ideológicos, sino prácticos, de forma que en cada ocasión se permita a sí mismo, votar proyectos concretos, candidatos honestos y honrados, (Julio Anguita dixit) con independencia de su encuadre político. Tanto en cuanto no aprendamos esta lección, los políticos seguirán a su bola mintiendo, prometiendo y sisando cuanto pueden.
    Saludos
    Paco Corpas

    ResponderEliminar
  4. Amigo Corpas, con tu comentario has hecho un artículo muy completo y basado en tus vivencias y experiencias que son más amplias y algo más modernas que las mias, pues en mi mili, si bien es cierto que había quien interrumpía sus estudios de carrera, la inmensa mayoría solo tenía los estudios primarios y
    poco más. No se daban esos variados cursos de FP que mencionas y lo que sí era frecuente que se sacaran el carnet de conducir por hacer algo útil y práctico.
    Yo tambien guardo grato recuerdo de algún militar profesional que me brindó amistad y ejemplo, pero curiosamente su deseo era licenciarse (eso decía él) cuanto antes. Ya murió, pero hasta su final no perdimos el contacto. Por lo demás, mi experiencia no fue buena, voy a dejarla en regular. Quizás escriba algo más.
    Saludos

    ResponderEliminar
  5. Yo, tengo una opinión distinta a la tuya, conrespecto a la mili obligatoria: Creo que tal y como se comporta la mayoría de la juventud...., no le vendría mal algo a lo que acomodar sus apetencias sociales y recibir algo a lo que les recordara que también existe... se llamaba antiguamente.... (conducta y Urbanidad). Por lo que difiero en algo con mi amigo Alfonso.... un abrazo.-

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me parece normal, amigo Rafa, que en algunos temas tengamos opiniones distintas. La mili que tú propones, esa de de Educación y Urbanidad, no es la mili que yo pasé, en la que nos trataban como animales a casi todos, sobre todo en el campamento. Un abrazo

      Eliminar