lunes, 9 de enero de 2017

TRES AL MES: ¿ESTO ES NORMAL?


    Tres al mes. Ese es el cupo de casos de corrupción que algunos  expertos consideran aconsejable para que el actual partido en el gobierno recupere la mayoría absoluta.

 - Dos escándalos propios y uno de la oposición; esa es la cifra ideal --puntualiza un enterado.

  Y lo mismo se opina en algunos corrillos políticos a pié de calle.  O sea, que aunque cada quincena se destapen dos fraudes conservadores, no hay que temer lo más mínimo siempre y cuando también se levante uno progresista. Y en ese plan. Por tanto, se puede concluir que España no es normal. Lo ha dicho así el gran comunicador Iñaki Gabilondo:

  "En cualquier país normal de Europa, Rajoy habría tenido que dimitir al día siguiente de descubrirse que figura como receptor de sobresueldos en los papeles de Bárcenas y que se pagó en negro la reforma de la sede de su partido. En cualquier país normal de Europa el ministro de Interior habría sido cesado cinco minutos después de conocerse que mantuvo una reunión secreta con el Jefe de la Oficina Antifraude catalana para filtrar y 'afinar' datos sobre adversarios políticos".

 Esto en Europa no es posible. Aquí, sí. ¿Es posible que algunos tengan seguridad total de que, a pesar de las corruptelas que a diario se están conociendo, unas nuevas elecciones aumentarían todavía más votos al partido popular? ¿Premiar esas conductas? ¿Esto es normal?

1.-¿Es normal que a Federico Trillo, tras su pésima gestión en el accidente del Yak-42 en el que murieron 62 militares, se le premiase con la embajada en Londres, sin ser diplomático y sin saber inglés, y ahora se le asigne un gran puesto del Consejo de Estado que es el organismo que le ha culpado por unanimidad de aquella tragedia?

2.-¿Es normal que a los bancos rescatados con miles de millones del erario español,se les permita desahuciar a quienes no han podido pagar seis meses de hipoteca por haber perdido su trabajo?

3.-¿Es normal que las autopistas rescatadas con el dinero sacado del bolsillo de todos los españoles puedan seguir cobrando peajes? ¿No deberían ahora ser gratis?

4.-¿Es normal que al teniente Luis Gonzalo Segura se le haya expulsado del ejército por haber publicado algunos de los casos de corrupción que se venían produciendo en el  mismo?

5.-¿Es normal que los nueve miembros de la familia Pujol, eurotraficantes millonarios, estén todos disfrutando de sus capitales y palacetes sin que ninguno haya pisado la cárcel un solo día?

   Evidentemente, algo muy grave está pasando en nuestro país. Que se llegue a premiar la corrupción con más votos cada vez, es algo que demuestra la miseria moral que está calando en gran parte de nuestra  sociedad.

- ¿Y quién garantiza que en los restantes partidos no habrá corrupción, si hay tanta división y desacuerdo en sus propias filas? --pregunta una votante dubitativa.

- Ahora me explico por qué y para qué están tan unidos otros --responde un oyente ágil.

  Insisten. Con tres al mes, la absoluta otra vez. En Europa, esto no es normal. Que no, que no.





6 comentarios:

  1. Una vez mas, te tengo que felicitar por lo acertado de tu articulo " Tres al Mes", en el que denuncias la creciente corrupcion que se ha convertido en institucion en nuestrto "pais de locos" empezando por Trillo, Bancos rescatados, el caso de Luis Gonzalez Segura, etc, etc, y, sin embargo los perpetradoress ganan mas votos en cada nueva eleccion. Lo dicho, contradiccion aberrante en este "pais de locos", al que amo intesamente en la distancia

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    1. Tu último punto es muy preciso y muy generoso. Gracias por leer y pensar.

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  2. Conclusión: España no es Europa ni se lo merece.

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  3. España es tal vez uno de los países más anormales del mundo. La tradición histórica la muestra como un país en el que la jefatura del estado ha alternado dinásticas braguetas con criminales de uniforme, bandera y bayoneta, en todo caso con la preceptiva bula y bendición eclesiástica. La historia del siglo XX y los comienzos del XXI es la constatación de que el poder usurpado criminalmente por el dictador Franco se prolongó con la bragueta borbónica de forma bastarda (Francisco Franco y Juan Carlos I, muñeron prescindir del legítimo titular Juan de Borbón), ni siquiera dinástica. Ahí se desvaneció la dignidad y la “normalidad” de este país por última vez.
    Año 1814, tras la derrota de la violencia militar napoleónica: Fernando VII (Borbón, ¡cómo no!), el rey Felón, vuelve de su destierro y se escenifica un recibimiento popular en el que se desengancharon los caballos de su carroza que fueron sustituidos por gente del pueblo para tirar de ella. La imagen responde fielmente al carácter carpetovetónico de un mediocre y anormal país. En ese momento, sus absolutistas seguidores acuñaron vítores que explican, en parte, el comportamiento electoral que nadie comprende hoy día, dos siglos después: ¡Vivan las cadenas! o ¡Muera la libertad y vivan las cadenas!
    Clásicos de la Marca España —corrupción, clientelismo, nepotismo, nacionalismo, españolismo...— han de dar paso a sociales utopías vilmente atropelladas —ética, honradez, dignidad, solidaridad, justicia...—. En un estado democrático, ése, y no otro, debiera ser el objetivo primero al votar en las urnas. En un estado anormal, anestesiado, desinformado, manipulado hasta el hartazgo, son otras gaitas las que se tocan, otras danzas las que se bailan y otras cosas las que se votan.
    España S. A. tiene dos socios mayoritarios que no están dispuestos a que se les venga abajo el negocio. Así, en los últimos consejos de administración, presididos por Zapatero y Rajoy, ha crujido la estructura bipartidista de la empresa porque las acciones, cambiando de manos, han debilitado la alternancia como forma de usurpar recursos y dividendos públicos. Los dos socios tradicionales se han topado con que han de dar cuenta de sus actos a la ciudadanía y hacen malabares con el mango de la sartén para dar las vueltas necesarias a la tortilla y conseguir que salga a su gusto. Como siempre han hecho.
    El pueblo español se puede medir por tóxicas audiencias (Gran Hermano, Sálvame, Mujeres y hombres y viceversa...) o por parámetros más racionales, más Sapiens (la juventud investigadora y cualificada es obligada sin miramientos a una “movilidad exterior” para “ensanchar horizontes”. Y la LOMCE, ¡Ay, vergonzosa LOMCE!), un desastre en cualquier caso. De esta España, de este país anormal, ¿que cabe esperar? Pues eso: ¡Vivan las cadenas!

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  4. Comentario valiente con una impagable lección de historia que me supera de principio a fin. Gracias

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