Necesitamos la poesía. Es el muy sugerente título de un artículo de Luis García Montero con el que despide este oscuro año y nos invita a recuperar, con la cultura, los valores alzados por el humanismo y la razón ilustrada. Apela también a la poesía contemporánea pensando en García Lorca, Neruda y Miguel Hernández, quienes estaban convencidos de que la palabra amor es la raíz de la convivencia. Ante los actuales horizontes negros de violencia total que sufren en Gaza y Ucrania necesitamos, dice G. Montero, amar la poesía y volver a a sus valores humanos y solidarios.
En los estertores de este 2025 plagado de guerras y muertes, yo he decidido sacar a la luz unos versos que escribí, con todo el corazón, hace casi 40 años con motivo de la injusta muerte de un niño publicada en la prensa de entonces. Ahora también clamo por los niños de Gaza y Ucrania. La noticia resumida era así:
Un niño de dos años, llamado Antonio, fue encontrado muerto en su casa en Hospitalet de Llobregat, al parecer a causa de desnutrición y malos tratos, aunque sus padres mintieron y denunciaron en la policía que le habían pegado en la calle.
REQUIEM POR UN DESAMOR
Solo tenía dos años, tan solo dos añitos.
Solamente dos años apenas estrenados.
Y se ha marchado ya, sin duelos y sin ritos,
sin gargantas sangrando ni nervios desatados.
Traía la mortaja debajo de las alas.
Su vuelo de paloma, ¡qué pronto fue abatido!
No brillaron cuchillos ni silbaron las balas,
lo abatió el desamor con que fue recibido.
No llegó a conocer ni caricias ni besos,
ni quizás le enseñaron a decir "mamaíta".
Solo pudo aprender en su carne y sus huesos
una voz que amenaza y otra voz que le grita.
¿Quién se asomó a tu cuarto para ver si dormías?
¿Quién tu cuna velaba remetiendo tu ropa?
¿Quién te dejó pasar tantas horas y días
mordiéndote tus puños vacíos en la boca?
Nadie tuviste al lado pendiente de tus quejas,
no hubo nadie mirando tus ojos asustados.
Te has muerto en una cuna como entre cuatro rejas
y cubierto de olvido por los cuatro costados.
A tus dos años, hijo, ¿qué te llevas de bueno?
¿Qué te ha dado este mundo de lobos y de hienas?
Pensarás que esta vida solo es barro y es cieno,
desamor, abandono...y tristezas...y penas.
Antonio, pequeñito, me duele tu partida.
¿Qué culpa tenías tú de tanta mala suerte?
No quisieron que fueras un brote de la vida
y acabaste por ser un fruto de la muerte.
Por los niños que mueren siento dolor profundo.
A los niños que sufren les suplico esperanza.
Antoñín se ha marchado aterrado del mundo.
Descansa en paz, pequeño. Por lo menos, descansa.
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