sábado, 18 de mayo de 2013

¿DÓNDE DORMIRÁ ARACELI?

    A mi amigo le han dado el día. Me ha contado que en su zona han cerrado en una semana diez oficinas bancarias. Menos mal que la entidad es solvente y ha recolocado a los empleados en otras sucursales. Pero todos temen lo que pueda ocurrir, ya que el ajuste está siendo muy duro, sobre todo para los que están de cara al público. De ese público que confunde banqueros con bancarios, los de arriba con los de abajo, y que culpa a estos últimos de la crisis terrible que sufren por hipotecas y desahucios. Pero la confusión indignada de algunos está dando lugar a casos muy preocupantes:

   - Sois todos unos ladrones y os deberían encerrar, les grita algún exaltado.

   O sea, que más de uno se alegra de la crisis bancaria y les agradaría verlos en la calle. Eso está ocurriendo. Trabajadores lamentablemente hundidos en el paro, casi desean que estos otros sean despedidos. Así de mal están las cosas.

  Pero el miedo de los empleados bancarios no es sólo por la crisis financiera mundial desatada por culpa de los malos gestores (los de arriba), ni tampoco por las penosas situaciones personales que puedan llegar a vivir los de abajo. Existen también unos daños colaterales en los que nadie se para a pensar por su mínima transcendencia a nivel de calle, pero con una carga de tragedia humana impresionante que pasa desapercibida para muchos, pero que le duele en el alma a quienes tienen un buen nivel de sentimientos. Relato el caso que puede servir de ejemplo:

   Ayer mismo le llegó una compañera llorando y lamentándose de que Paco, el dueño del bar donde ella toma café antes de entrar a trabajar, estaba desolado por el cierre de esas diez oficinas, que le dejaba sin clientes, pero aún más porque Araceli, la sintecho que duerme en el cajero automático, clamaba a gritos que ¿adónde iba ella a dormir ahora?

  Así es. Araceli es una pobre mujer mayor, sin pensión y sin recursos, que sobrevive comiendo pan en la calle y durmiendo en el cajero automático. Es muy pobre pero muy digna y no se adapta a dormir en ningún albergue público porque ha vivido situaciones a veces violentas, pues, junto a gente buena y pacífica, pernoctan drogatas y zumbados y, en lugar de dormir, ha pasado noches en vela temiendo lo peor. Así que decidió buscarse un trozo de suelo algo más tranquilo en donde poder descansar en solitario y sin trifulcas.

  Araceli no es una víctima de las preferentes ni de las hipotecas basura. Nunca ha tenido otro bien que su callada dignidad. Por eso, se buscó para dormir  un cajero automático. Se conforma con lo mínimo hasta el punto que utiliza un rincón del cajero, un metro cuadrado, dejando libre el pasillo para que los clientes puedan tirar de tarjeta durante la noche.

  Por la mañana, antes de las ocho, recogía su saco y su manta, y hasta daba los buenos días a las empleadas de la sucursal. Así llevaba tres años. Pero la han cerrado y ella también se ha convertido en una víctima colateral de esta crisis. Quizás, en la mayor víctima. Son muchos los cajeros ocupados habitualmente por los sintecho. En la lujosa capital balear no es fácil encontrar uno libre. Por eso, Araceli clamaba ayer desesperada: Dios mío, ¿adónde voy yo a dormir ahora?

  Nunca tuvo el trabajo y la vivienda que proclama nuestra Constitución. Nada tenía. Ahora tiene amargura y desesperación. Araceli, la víctima de todos.

 

8 comentarios:

  1. Ya es curioso que un cordobés, radicado en Lucena, relate, de forma tan precisa y tan preciosa, la tragedia de una "Araceli" en las islas Baleares. Pero no es este hecho curioso, Alfonso, lo que me mueve a comentar tu artículo. Es la enjundia del mismo. Sencilla y claramente, estableces la diferencia entre banquero y bancario. Expones la miseria humana que, cuando se está hundido, también se está predispuesto a desear la desgracia ajena. Y, por último, denuncias las consecuencias y daños colaterales que producen los malos gestores.
    No se puede ser más analítico y didáctico con un artículo tan corto. De nuevo, enhorabuena y a seguir deleitándonos con tu pluma.

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  2. Cada día es más difícil mantener la calma ante las embestidas que no paran, ideológicas y de todo tipo, pero embestidas, al fin y al cabo... aunque las mismas se quieran disfrazar de medidas necesarias para salir de donde otros nos han metido, tratando, eso sí, de justificar lo injustificable...
    Con qué nueva buena noticia nos despertarán mañana los telediarios? Hasta dónde están llegando esos daños colaterales añadidos, llenos de humillación, como la Araceli de carne y hueso que relatas?
    "Nunca tuvo el trabajo y la vivienda que proclama nuestra Constitución... Ahora tiene amargura y desesperación..."
    No tenía nada y hasta eso le quitaron! O mejor, le cambiaron... Pobre Araceli!
    Hasta cuándo?

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  3. Me dispongo a comentar el artículo de mi amigo Alfonso y no sé por donde empezar. Es tanta la amargura que han creado los todopoderosos políticos y banqueros que el caso de la Araceli, tan magistralmente relatado por Alfonso, nos hace pensar en tantos y tantos casos de trágicas deseperaciones expuestos cada día por los distintos medios de comunicación: Los desahuciados que se suicidan porque no ven otra solución a su fracaso personal y familiar; los que tienen que rebuscar entre la basura de los contenedores algo que les permita sobrevivir, con la esperanza de que la crisis acabará pronto; los que ven en los comedores sociales su único medio de subsistir.
    A esto nos han llevado los politicastros mientras ellos se han estado enriqueciendo con buenos sueldos y sobres de sobresueldos. Han hecho de la política un "modus vivendi" para ellos, sus amiguetes y toda su parentela.
    ¡Pobre Araceli!.
    Tendrá que conformarse pensando que hay tantos como ella y aún en peor situación.
    Bien por Alfonso Jiménez. Has sabido dar en el clavo metiendo el dedo en la llaga. A nosotros, los de abajo, no nos queda otra alternativa que la de esperar a que "escampe". Mientras tanto iremos capeando el temporal como mejor podamos.

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  4. Gracias amigo Alfonso por hacernos leer y de paso por hacernos pensar.

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  5. He leido varias veces tu artículo titulado "¿Dónde dormirá Araceli?" y, como otros trabajos literarios anteriores, me ha parecido magistral. Creo que el tema que relatas, es muy actual y oportuno tratarlo; sobretodo en estos tiempos en que muchas personas están perdiendo su trabajo, su vivienda, gran parte de sus derechos sociales y, a veces, hasta su propia estima.
    Araceli, Rosario, Lucrecia Pérez... y tanta gente que no encontraron la ayuda o el afecto que necesitaban de una sociedad, que pomposamente se proclama civilizada, demócrata,solidaria, libre...
    Creo que es muy importante, que artículos como el tuyo, sirvan como revulsivo en las conciencias, ante tanto egoismo, "choriceo" u corruptelas.

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  6. He leído este articulo y me he sentido totalmente impactada por su contenido. No se puede relatar mejor una tragedia humana que a la mayoría de la gente le resbala. Gracias por escribir de esta manera.

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  7. Magnífica entrada, Alfonso.

    Un saludo.

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  8. Leyendo esto me he puesto a llorar. Gracias por escribirlo. Cati

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